Perdido en la historia es el encuentro del hombre con el caballo. De los míticos centauros, a los caballos volantes que arribando a la China procedentes de Mongolia cambiaron la estética del caballo en el arte chino, al fiel Rocinante que acompañará al Quijote por todas sus andanzas, el gran Babieca quien porto inclusive ya muerto al mas victorioso Rodrigo Díaz de Vivar, llamado el Cid Campeador, el cual en la estatua de la gran artista Anna Hyatt Huntington que engalana la plaza de entrada del Hispanic Society de Nueva York, y que triunfante sobre Rocinante lleva en mano la bandera de la Cruz. Sobresale Molinero gran caballo que cruzo por épicas batallas durante la conquista acompañando al gran conquistador Hernán Cortes, quien posteriormente fundó la crianza de estos y muchos otros animales para engrandecer a su naciente Nueva España. El hombre cabalga en su paso por la historia y conforme a su evolución va refinando el modo de la montadura, haciéndola fácil y cómoda. Para el siglo cuarto, zénit del imperio romano, los jinetes para evitar enfermedades y fuertes dolores en las piernas inventaron el uso de estribos tejidos. Al montar en esta forma sin estribos largos denominada estradiota, se producían enfermedades de las cuales ya hablaban Hipócrates y el célebre Galeno. Se presume que antes de su llegada en el siglo IV con Constantino, y que fueron primeramente usado por los chinos llegando a través de los mongoles a Persia y de allí a Europa. En el maravilloso libro Hierros Forjados, de Antonio Cortés publicado, Secretaría de Educación Pública (México, 1935), se lee “A los de la época romana siguieron en su desarrollo los más variados tipos de estribos", nos dice Viollet Le Duc: "Los árabes usaban estribos de forma completamente distinta y sumamente original: presentaban en su parte superior un plano rectangular ricamente ornamentado y de él arrancan dos placas de hierro en diseño de cruz”. Hasta la fecha no sabemos cómo fueron llevados a España, y usados por las ricas cortes Almohades de los primeros refinadísimos musulmanes que llegaron a esas tierras, fundando ciudades tan maravillosa como Medina El - Azahara. La entrada del caballo a nuestro país fue con la llegada de los ejércitos del conquistador Hernán Cortés en 1519; siempre recordaremos de las maravillosas Crónicas de la conquista de México el pasaje del caballo en las costas mexicanas, el cual se quedó rezagado y fue venerado hasta después de su muerte, inclusive embalsamado como un Dios, como un teutle. Imborrable la escena de la cabeza tanto de los caballos como de los conquistadores puestas en pica, sacrificados y degollados conjuntamente en Tenochtitlán por no saber los aztecas quiénes eran verdaderamente los dioses, el caballo o el caballero, dónde empezaba uno y dónde acababa el otro. Sí estudiamos el códice de Tlaxcala y otros documentos gráficos, veremos a los conquistadores con estribos en sus monturas, pero nunca con los llamados de Cruz, sino con estribos cortos de amplio descanso como los que podemos apreciar en el estupendo retrato ecuestre de Carlos Quinto de Tiziano, representado en la batalla de Mühlberg y que se encuentra en el Museo del Prado. La teoría de Antonio Cortés resulta bastante lógica en lo que respecta a la llegada de este tipo de estribos de cruz a la Nueva España, como un revivir de la moda árabe del siglo XII, “Es de presumirse que al decaer el uso de dichos estribos entre los árabes y abandonada su moda por los españoles que suponemos la usaron, fueron algunos de dichos ejemplares a parar en mercados de viejo en donde se les importó a la Nueva España, época en que todo se traía de allá, particularmente el hierro”. Así vemos pinturas que nos describen el afamado mercado del Parián, en la parte central de la Plaza Mayor de la Ciudad de México, donde se vendían las mercancías –necesarias o superfluas- que escaseaban en estas tierras. Muchos objetos de fierro eran vendidos allí, documentos importantes son las pinturas sobre las plazas y tianguis mexicanos - principalmente este famoso mercado del Parián- pues nos muestran contundentemente, como, la venta y el uso de los estribos de Cruz durante la mitad del siglo XVIII. Uno de estos casos es la pintura sobre la Plaza Mayor de México, donde se ve la entrada cabalgante del virrey Marqués de Croix en 1767 del palacio a la catedral. Numerosos jinetes militares y civiles le acompañaban, todos aparecen montados a la usanza estradiota, la cual permite el uso de estos exóticos estribos, ya que es con las piernas estiradas y permite que los laterales de los estribos libren los cuerpos de los caballos. Castillos nos relata la manufactura de unas estribelas, las cuales se pueden considerar de este tipo de estribos de Cruz, mandados a hacer por Pedro Alvarado, en Tutepeque, en oro. Posteriormente para el virrey Conde de Monterrey, en acta de Cabildo de 1595 se le mandó hacer una montura de seda negra, bordada en plata a la estradiota, usando seguramente este tipo de estribos de plata. Hay un sin número de cualidades y tamaños en este tipo de estribos llamados de Cruz. Han llegado a mis manos en tan diversas cualidades, tanto en forja, tamaño y diseño, que podemos tener en claro que no sólo la clase pudiente los usaba, sino que fue orgullosamente portado por toda la población novohispana en nuestro querido México. Conozco inclusive un par de ellos, en la colección de Iturbide, en bronce y de gran tamaño; eso sí, no he visto en ninguna parte de las Américas, el uso de ellos. Presentan también muchos de ellos una inicial de M coronada con la O pequeña que son típicas de las marcas de ceca de México, inicialmente M.R. entrelazadas y varias más, que merecen un estudio más profundo sobre las marcas y los forjadores. El trabajo de su decoración es una mezcla muy interesante de animales y diseños florales diversos que muestran el origen árabe mezclado con varios animales de influencia exclusivamente prehispánica. Son recortados en sus bordes y decoración. En la forja están grabados a cincel, o mejor dicho esculpidos en bajorrelieve.
Para un neófito estas piezas deben ser desconcertantes, pero son, nuevamente una de las tantas excentricidades que hacen destacar el arte mexicano como uno de los más interesantes del mundo. Instagram: @rodrigoriverolake y @galeriarrl Website: rodrigoriverolake.com Texto: Rodrigo Rivero Lake Imágenes: F.P. Derechos Reservados 2025
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