En una escena icónica de “La Ley del Deseo”, la bella Carmen Maura usa un entallado vestido de spandex rojo con una cremallera al frente, va caminando de madrugada por las calles de Madrid y al encontrarse con un empleado municipal, quien limpia la calle con una manguera, le pide que la moje completa. Este vestido, junto con tantos otros que conforman el imaginario de moda de Almodóvar, se ha convertido en un símbolo de su cine y el momento que representa. Esta temporada de premios es el momento perfecto para reflexionar sobre el papel, a veces protagónico, que tiene el vestuario—y la moda—dentro de una película. El vestuario hace la puesta en escena creíble (no hay que olvidar cuando Edith Head pidió un vestido de Alta costura francesa para hacer creíble el personaje de Audrey Hepburn en “Sabrina” [Billy Wilder, 1954]), pero también nos invita a soñar con aquellas realidades que solo existen en el cine y en nuestros sueños. Era yo muy chico cuando escuché por primera vez la canción “Yo quiero ser una chica Almodóvar” autoría de Joaquín Sabina (1992), tenía muy poco que había visto en el Cine Latino “Tacones Lejanos” (1991) –mi primer encuentro con Almodóvar—y la letra me fascinó por completo. Por supuesto era muy joven para saber en ese momento quiénes eran Bibí o “La Maura”, pero quedé tan hechizado como lo había estado con aquella escena donde se puede ver la espalda del traje Chanel de Victoria Abril, cuya pinza horizontal en los omóplatos sigue alimentando mis fantasías de couturier. Con el tiempo he enriquecido mi cultura almodovariana, he visto muchas de sus películas varias veces y ahí he descubierto que igual que el asesinato (in)voluntario o el incesto, en sus historias la moda es un personaje más. El famoso vestido rojo de Carmen Maura fue comprado en la tienda de moda rápida Blanco por un equivalente a 12 euros de hoy en día, se volvió un vestido icónico y nadie sabe a dónde fue a parar. Hablando de Carmen Maura, los tapices de los cuartos de su pequeño apartamento en “Qué he hecho yo para merecer esto” (1984) son una invitación a inspirarse en los motivos retro bajo cualquier pretexto (como en unas piezas de mi colección Formal Disidente, por poner un ejemplo). Ni qué decir del traje rojo de la misma Carmen en “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (1988), el cual se ha vuelto un referente a tal grado que el mismo diseñador de porcelana Abraham Menéndez le ha dedicado una ilustración bellísima (donde no falta su teléfono, por supuesto). En la misma cinta Julieta Serrano viste un traje rosa que no puedo asegurarlo, pero tampoco tengo dudas, es un Courrèges. Con su estilo retro, el personaje de Lucila nos recuerda que aún desde la nostalgia, la moda y la ropa son herramientas contundentes para construir la identidad. A veces esta construcción se logra sin la presencia explícita de un cuerpo, como la camisa diseñada por Antonio Alvarado para “La Ley del Deseo”…tanto fue el impacto de esta prenda en la cultura popular que la línea el diseñador, conocida como “Baja Costura” fue conocida en todo el mundo. Grandes momentos de moda nos ha regalado Pedro Almodóvar a través de sus historias: el vestido verde Marisa Paredes, el falso traje de Chanel de la Agrado, los conjuntos carmesí de Huma Rojo, el vestido estampado de Kika, el Balenciaga de Tilda, el enterizo color desnudo de La Piel que Habito, los estampados de Volver, las referencias a la Hepburn en Los Abrazos Rotos, la bomber jacket de Zahara, los uniformes de los sobrecargos que bailan en los Amantes Pasajeros y hasta los Gaultier de Andrea Cara Cortada (por criticados que hayan sido hasta la fecha). La ropa, en estas historias, acompaña a todas estas heroínas que enfrentan la adversidad, al patriarcado, que salen liberadas del incesto no consensuado, del asesinato involuntario, la profanación del cuerpo, del desamor, el abandono, la furia y el desencanto de una sociedad que ha sido pensada desde los hombres y para los hombres. Ellas representan la resistencia de la feminidad a los pactos masculinos. En este gran universo, como en el cine de Jacques Demi, las historias se entrecruzan, unas pertenecen a las otras y forman un bucle infinito donde la moda y los colores vibrantes son el hilo conductor.
Bibiana Fernández (antes Bibí Andersen), Victoria Abril, Marisa Paredes, Carmen Maura, Chus Lampreave, Verónica Forqué, Penélope Cruz, La Agrado, Miguel Bosé, Gael García, Antonio Banderas, y tantas otras, han sido todas “Chicas Almodovar”, como las rubias de Hitchcock, sus personajes ya no se pertenecen ni así mismos ni a su autor, son del imaginario colectivo. Sus prendas de vestir nos han contado gran parte de su historia, de su origen, de su cultura, hacia donde van o con lo que sueñan. La ropa almodovariana, rodeada de esos decorados de colores brillantes, no nos habla en realidad de un tipo de “España”, sino de una figura femenina. Las mujeres de Pedro brillan, son encendidas, febriles, intrincadas, intensas, estilosas, como los estampados, colores y siluetas con las que cubren sus cuerpos. Como le dije alguna vez a mi amigo, el editor de moda Fernando Toledo, yo también quiero ser una chica Almodóvar—claro, si es que voy a debutar usando un Gaultier mientras hago un lipsync de Sara Montiel—. Quiero ser como Bibí y su camisa de rayas y micro short de mezclilla, como Miguel Bosé con su vestido rojo y sus guantes al codo, como Antonio Banderas con la camisa de Alvarado…vaya, como todas ellas juntas, incluso como Gael García. Sí, quiero ser una chica Almodóvar, “pasar de todo y no pasar de moda… bailar contigo el último cuplé”. Instagram: @GuillermoLeónLB Podcast: El Reino de la Historia de la Moda Website: guillermoleon.com.mx Texto: Guillermo León Imágenes: F.P. Derechos Reservados 2025
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