“Ponte un enterizo morado, lleva un micrófono manchado con labial y vámonos a escuchar a la Filarmónica tocar todas las de Selena”, fue lo que le dije por teléfono a mi amigo César aquel día que lo convencí de comprar los boletos para ese programa tan maravilloso que tocó la Filarmónica de las Artes. Fue impactante ver a todo el público conectar inmediatamente con la Directora, la Orquesta, las solistas y los coros. Fue una fiesta, una celebración a la música popular pero también al desamor, al amor y al baile. No es la primera vez que la Filarmónica toca algún programa dedicado a la música que no es clásica. Han tocado las partituras de Star Wars, La Vida es Bella o Malena, incluso una vez en mi cumpleaños mis amigos me llevaron a escuchar “El Aprendiz de Brujo” con una proyección del corto animado de Walt Disney. Lo que llama la atención esta vez es la profunda relación que tiene Selena con la moda, con la proyección de un estilo que se volvió icónico y que, a la luz del tiempo, se ha valorado cada vez con mayor fuerza. Aquellos amantes de la moda, quienes conocen las historias detrás de las creaciones de los grandes diseñadores, saben que no es novedad que en muchas de las colecciones icónicas de la historia de la moda se encuentra, como telón de fondo, la cultura popular. Charles Worth no solo creo vestuario para Sarah Bernhardt, sino que la utilizó como inspiración para muchas de sus creaciones, Paul Poiret usó los Ballets Rusos de Diaghilev, Chanel la ropa de los marineros de las costas francesas, Balenciaga los trajes de los bailables regionales de España y, como es de esperarse, muchos diseñadores contemporáneos han hecho referencias claras a la cultura popular y sus expresiones, desde Yves y su inspiración en las trabajadoras sexuales del París de los 40, hasta Gaultier y sus referencias a los cabarets. La conexión que tenemos con los íconos de la cultura popular es casi sagrada. En un futuro, aquellos que nos sucedan, entenderán a estas figuras como sublimes, dignas de culto. Hoy las revaloramos, no solo por sus historias, sino porque han producido imágenes potentes que traspasan el tiempo, que se entienden hoy en día mucho más que en su momento. Es por ello que vemos, con cada vez mayor frecuencia que lo popular se mete sin permiso por las pasarelas de las semanas de la moda internacionales. Tan solo como un ejemplo podemos mencionar a Pharrel Williams, quien no solo es músico de rap, sino también diseñador de una de las grandes marcas de lujo del mundo. Aunque pueda leerse muy “progre” de mi parte, lo popular nos reivindica porque nos permite reencontrarnos con una identidad culpable que poseemos todos. Muchos amamos a Juan Gabriel y su vestuario, pocos se atreverán a utilizar algo así. Muchos amarán a Selena y sus corpiños bordados, pocas veces los veremos deambular por las calles de la ciudad. En un mundo globalizado, en donde podemos conocer en tiempo real la vida cotidiana de cualquier parte del mundo, se desdibuja a identidad. En un presente que exige sostenibilidad, las marcas de moda pronto han cambiado sus estrategias, en lugar de ofrecer productos de moda siguiendo lo último de las tendencias, se decantan por lo básico y neutral como una forma de darnos un discurso de durabilidad y consumo responsable. La cultura popular ofrece, entonces, esas herramientas que necesitamos para modelar la identidad y diferenciarnos de los demás.
¡Selena vive!, no solo porque cuando cantó la solista “Si una vez dije que te amaba, hoy me arrepiento”, lloramos todos un poco recordando el amor y sus desventuras, vive porque su estilo produjo un cúmulo de imágenes muy poderosas de los años 90. Sus enterizos de piernas acampanadas, sus corpiños bordados con cuentas extragrandes, las toreras recamadas de lentejuelas o sus vestidos con flecos, son tan solo algunos de los elementos que se han convertido en ella. Selena es su vestuario y su vestuario es Selena. Nunca más podremos ver un enterizo morado sin acordarnos de ella. Por eso es tan importante acercar al gran público a las expresiones artísticas por medio de la cultura popular, porque eso nos hace más familiar algo tan (desafortunadamente) lejano a nuestra vida cotidiana como la música filarmónica, o el arte dramático, o la ópera. “Gracias por proponer este plan”, nos dijo César a mi marido y a mí. “Quiero hacer una fiesta con temática de Selena”, nos dijo Carlos, su esposo. Ahora me encuentro en un terrible dilema, mi marido ha escogido ser la Selena de enterizo morado y, claro, ¡ya no sé qué voy a ponerme para esa fiesta! Instagram: @GuillermoLeónLB Podcast: El Reino de la Historia de la Moda Website: guillermoleon.com.mx Texto: Guillermo León Imágenes: F.P. Derechos Reservados 2025
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