La primera vez que me encontré con Silvia Pinal fue en el 2005, en el décimo quinto aniversario del programa de radio “Salud y Belleza”, cuyo titular era Alfredo Palacios –conocido por ser el Estilista de las Estrellas y amigo íntimo de Silvia Pinal—; ahí estaba ella, sentada junto a mí, con sus eternos maxi anteojos obscuros y su chal de animal print. Siempre había soñado con conocerla y ese día me trató como a un viejo conocido. Sin embargo, ese no fue mi primer encuentro con ella. Para mí, Silvia Pinal, sus películas, sus telenovelas, sus obras de teatro y hasta su vida personal, eran una constante fuente de inspiración. Por eso, hoy le dedico estas líneas, a manera de un pequeño y personal homenaje.
Muchos fueron mis encuentros con Silvia Pinal a lo largo de todo este tiempo. Desde sus películas en la televisión hasta aquel verano en el que fui solo al Cine Latino, en Paseo de la Reforma, a ver la cinta “Modelo Antiguo” (Raúl Araiza, 1992). La imagen de “La Pinal”, me ha acompañado como una especie de mantra que me recuerda que “la vida es un banquete”, tal como lo decía la Tía Mame en las letras de su musical.
La volví a ver para una prueba de vestuario en su camerino en el Teatro de los Insurgentes. Resguardada tras uno de sus famosos biombos laqueados me invitó a pasar para medirse las prendas. Las personas que nos acompañaban se enfrascaban en una discusión: una hombrera les parecía ligeramente más alta que la otra. Ella se miraba en el espejo tratando de encontrar el defecto, yo detrás de ella observaba también sin encontrar realmente nada. A través del espejo me guiñó un ojo, tomó al azar una de las hombreras y, entregándomela en las manos me dijo en voz baja: yo también sé coser, tú puedes hacer que la otra hombrera te quede igual que esta. Sonreímos y la prueba terminó.
Ahora que hemos despedido a la última gran diva del cine mexicano, recuerdo ese día en que nos encontramos por primera vez. Recuerdo sus grandes lentes obscuros, sus películas, sus historias. Recuerdo a la Silvia Pinal del abrigo de mink, la de la fiesta de fin de año con Pedro Infante, a la que baila danzón con el Rey del Barrio, a la musa de Buñuel que lo mismo usaba un vestido de noche al estilo Jacques Fath que una barba bíblica, a la de la motocicleta color calabaza, y a la de los escotes rematados con una maxi escarola. Recuerdo a todas las Silvias, las que confluyen en la primera mujer que apareció en las pantallas de cine mexicano luciendo el pelo corto. Pero, sobre todo, recuerdo a la mujer que, encarnando uno de sus míticos personajes, me enseñó que aun en la adversidad la vida es un banquete. Instagram: @GuillermoLeónLB Podcast: El Reino de la Historia de la Moda Website: guillermoleon.com.mx Texto: Guillermo León Imágenes: F.P. Derechos Reservados 2024
0 Comments
Leave a Reply. |