Antes de que el cuerpo se mueva, antes de que el pensamiento nos atrape, la respiración ya está ahí. A veces suave, a veces entrecortada, casi siempre ignorada. Respiramos sin darnos cuenta, como si fuera algo menor. Pero ¿y si el acto de respirar fuera, en realidad, una de las herramientas más poderosas que tenemos para sanar? En la tradición del yoga, pranayama es mucho más que controlar la respiración: es cultivar energía vital. No sólo para movernos o mantenernos en pie, sino para vivir con más conciencia. Respirar con intención calma el sistema nervioso, nos centra y nos permite habitar el cuerpo desde un lugar menos reactivo, más presente. Hace unos años, el periodista James Nestor publicó Breath: The New Science of a Lost Art, un libro que confirma científicamente lo que las tradiciones ancestrales llevan siglos enseñando: la forma en que respiramos determina la forma en que vivimos. Nestor documenta cómo respirar por la boca de forma crónica, tomar inhalaciones cortas y vivir en modo acelerado afecta todo —desde la postura hasta el estado de ánimo— y propone volver a lo esencial: respirar lenta y profundamente por la nariz. Algo tan simple y tan olvidado. En mis clases y en mi propia práctica, he visto cómo las técnicas de pranayama pueden convertirse en una medicina real. No hablo de algo mágico ni inmediato. Hablo de sentarte contigo, cerrar los ojos, y quedarte quieto. Con el ruido, con la incomodidad, con el deseo de huir. Y elegir quedarte. Respirar. Estar. Ahí empieza todo.
Los beneficios no llegan por entenderlo intelectualmente, sino por hacerlo. Así que aquí te dejo un ejercicio que puedes probar hoy mismo: Ejercicio de respiración alternada (Nadi Shodhana) Ideal para calmar la mente, equilibrar la energía y reducir ansiedad. 1. Siéntate cómodamente con la espalda recta y los hombros relajados. 2. Con el pulgar derecho, tapa tu fosa nasal derecha e inhala lenta y profundamente por la izquierda. 3. Luego, con el anular, tapa la fosa izquierda y exhala por la derecha. 4. Inhala por la derecha, tapa con el pulgar y exhala por la izquierda. 5. Eso es un ciclo. Repite de 5 a 10 ciclos, sin forzar la respiración. Hazlo en silencio, sin esperar resultados. Observa cómo te sientes después. A veces, la diferencia está en lo que no se dice. En la pausa entre una inhalación y una exhalación. En el espacio donde, por fin, vuelves a ti. Instagram: @alequinterooria Texto: Alejandra Quintero Imágenes: F.P. Derechos Reservados 2025
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