La meditación Vipassana, una de las prácticas de atención plena más antiguas de la India, significa “ver las cosas tal como son”. Esta técnica busca desarrollar una conexión directa con la realidad presente a través de la observación profunda del cuerpo y la mente. Es un entrenamiento para cultivar una conciencia abierta, permitiéndonos aceptar la vida en su totalidad: las alegrías, las dificultades y las transiciones, con claridad y ecuanimidad. En esta meditación guiada, explorarás cómo anclarte en el momento presente y abrir el corazón para abrazar la vida tal como es. Comienza tomando un momento para percibir cualquier área de tensión en tu cuerpo. Conscientemente, suaviza, libera, deja ir. Lleva tu atención al rostro: Relaja las cejas, suaviza el entrecejo. Deja que la mandíbula se afloje. Dibuja una suave sonrisa con tus labios. Relaja los hombros, creando espacio entre ellos y tus orejas. Imagina que la rigidez se derrite como hielo transformándose en agua, y el agua en vapor. Siente cómo, desde adentro hacia afuera, la energía comienza a moverse. Suaviza tus manos, suéltalas. Percibe el hormigueo en las palmas. Abre el pecho. Conecta con la región del corazón desde adentro hacia afuera, sintiendo cómo la vida simplemente es. Lleva tu atención al abdomen. Escanea esa región mientras respiras, una inhalación a la vez. Después, permite que tu atención baje hacia la pelvis. Desde adentro hacia afuera, observa sin resistirte. Percibe si hay tensión en las ingles, los muslos, las piernas. Siente tus pies desde dentro. Intenta captar las vibraciones de tus manos, tus pies, de todo tu cuerpo. Observa esta danza de sensaciones. Deja que todo fluya sin oposición. Permite que las sensaciones emerjan dentro de una presencia abierta y consciente. Si la mente se distrae, suavemente vuelve al presente. Elige un ancla: tal vez el ritmo del aire entrando y saliendo por tu nariz, el pecho expandiéndose con cada respiración, o el movimiento del abdomen. Para algunos, el ancla será el cuerpo entero, percibiendo su peso y energía; para otros, puede ser el sonido del entorno, sintiendo cómo las sensaciones y los sonidos forman parte de un todo. El propósito es estar aquí. Sentir la inmediatez y la vitalidad del momento presente. Cuando notes que tu mente ha divagado, simplemente regresa: A esta respiración... A este sonido... A estas sensaciones... AQUÍ. SILENCIO… No importa cuántas veces te distraigas. La práctica consiste en regresar, una y otra vez, sin juicio. Invita a tu mente de regreso con amabilidad, con interés, profundizando en el camino que te lleva de vuelta a casa. Si en el momento presente aparece una energía desafiante —tensión física, dolor, miedo, enojo—, en lugar de resistirte, permítete recibirla. Explora lo que surge con suavidad, con cuidado, con curiosidad. Nota si esta sensación cambia, si persiste o se desvanece. Cuando sientas que ha perdido intensidad, vuelve a anclarte en tu base, en el momento presente. La intención de esta práctica es estar con lo que es. Abrirnos a las olas de la experiencia con una presencia clara y tierna. Cuando no haya nada que nos jale con fuerza, simplemente descansa. Encuentra refugio en esa base, en ese hogar interno. SILENCIO… No importa qué tan lejos se haya ido la mente. Siempre puedes comenzar de nuevo. Con frescura, dándote cuenta de lo que está sucediendo ahora. Regresa aquí: A los sonidos, al cuerpo relajado, a los hombros sueltos, a las manos abiertas, al corazón tranquilo. Ábrete de nuevo a la vida de este momento, al aire entrando y saliendo, a la vitalidad de las sensaciones y emociones presentes. Observa qué tan profundamente puedes relajarte con lo que está aquí, en una atención despierta y amorosa. Reflexión final
Abre tu atención para percibir cómo es tu vida en este instante, cómo han sido estos últimos días. Nota si hay alguna parte de ti que necesita cuidado, atención o amor. Coloca suavemente una mano en tu corazón. Siente esa energía de cariño, de contención, de sanación. Ahora, permite que esta sensación de cuidado se expanda. Imagina que tu mano toca el corazón del mundo entero. Envía una ofrenda de amor y compasión al mundo. Conclusión La práctica de Vipassana es un camino hacia la presencia, el autoconocimiento y la conexión con la vida en su forma más auténtica. Espero que esta meditación te inspire a cultivar momentos de quietud y claridad en tu día a día. Si te interesa seguir explorando prácticas de meditación y reflexiones sobre el bienestar, te invito a seguir leyendo mi columna en Bloody Pie y a conectarte conmigo en Instagram @alequinterooria, donde comparto contenido adicional para acompañarte en este camino de crecimiento y plenitud. Texto: Alejandra Quintero Imágenes: F.P. Derechos Reservados 2024
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