La creatividad no se encuentra fuera de nosotros. No está en las musas, ni en los paisajes bonitos, ni en los momentos perfectos. La creatividad vive dentro, esperando que la dejes salir. Pero seamos honestos: abrir esa puerta es difícil. Muy difícil. Porque justo ahí, en el umbral, está la resistencia, ese enemigo interno que hace de todo para convencernos de no hacerlo. Steven Pressfield lo llama por su nombre en The War of Art: resistencia. Esa fuerza que te dice que no escribas, que no pintes, que no empieces ese proyecto que te quema por dentro. Te dirá que estás cansado, que no eres lo suficientemente bueno, que ya hay muchos como tú, que nadie quiere lo que haces. Y, claro, te lo crees. Porque la resistencia sabe hablar con tu voz, sabe decirte justo lo que necesitas para abandonar. Pero, ¿sabes qué? Esa misma resistencia no es tu enemiga. Es tu brújula. Porque si algo te asusta tanto, si algo te genera tantas dudas, entonces ahí hay algo importante. Algo que necesitas hacer. Romper el bloqueo empieza contigo. La resistencia se derrota trabajando. Sí, suena simple, pero no es fácil. No te despiertas inspirado cada día; nadie lo hace. No necesitas inspiración para empezar. Lo único que necesitas es sentarte y hacer el trabajo, incluso cuando no tengas ganas. Especialmente cuando no tengas ganas. La idea romántica del artista esperando el momento perfecto para crear es solo eso: una fantasía. El verdadero creador entiende que su trabajo no es esperar, sino presentarse, día tras día, con disciplina, con terquedad, con ganas de pelear. Porque cada vez que lo haces, le ganas un poquito de terreno a la resistencia. Deja de esperar y empieza
El bloqueo creativo no se resuelve leyendo más libros sobre creatividad ni viendo más tutoriales en YouTube. Se resuelve enfrentándolo. La página en blanco no se llena sola. La canción no se compone en tu cabeza si no tocas las primeras notas. El proyecto que sueñas no se hace realidad si no empiezas a trabajar en él. Lo que sea que tengas dentro, sácalo. Va a salir imperfecto al principio. Va a ser incómodo, raro, torpe. Pero no importa, porque el proceso es el punto. La práctica es la solución. Si algo aprendí de The War of Art, es que la batalla no se gana de golpe. Es diaria. Cada mañana, cada noche, te enfrentas a esa parte de ti que quiere quedarse cómodo, seguro, pequeño. Pero tú no estás aquí para eso. La recompensa de pelear tu propia guerra. La resistencia siempre va a estar ahí. Y mientras más importante sea lo que tienes que decir, más fuerte va a empujar. Pero eso solo significa que lo que haces vale la pena. Hazlo. Escribe, dibuja, canta, emprende, crea. No porque te sientas listo, sino porque no lo estás. Ahí está el secreto: nadie está listo. Pero los que se atreven son los que ganan esta guerra. La creatividad no es un regalo que se te da; es un músculo que trabajas. Y tú, que estás leyendo esto, sabes que tienes algo que dar. Así que, ¿qué esperas? Ponte en movimiento y gana la batalla. La resistencia no tiene nada que hacer contra alguien que simplemente no se rinde. ¡Hasta la próxima! Namasté. Instagram: @alequinterooria Texto: Alejandra Quintero Imágenes: F.P. Derechos Reservados 2025
0 Comments
Leave a Reply. |